martes, 9 de junio de 2009

9. Un Viaje

Karla apoyó la cabeza en el respaldo y miró por la ventanilla. Los rayos del sol acariciaban el (aparentemente compacto) campo de nubes que se extendía ante sus ojos. Seguramente abajo estaba nublado. Entrecerró los párpados y se dejó llevar por ese estado semi-onírico producido por tener que permanecer sentada escuchando el runrún de los motores del avión. Como siempre que volaba se imaginó saltando de nube en nube y dando volteretas sin ningún tipo de constricción física. Tuvo ganas de tocarse, no tanto por calentura como por constatar su corporeidad después de tanto salto por los aires y se colocó las manos entre las piernas con ademán protector.
-Hftsrdnshita ¿pheusrsvnkia hwbkdhu jab gsbscrjtosy?
Karla tardó un rato en darse cuenta de que le estaban preguntando a ella. Abriendo los ojos de golpe intentó prestar atención al tipo que la interpelaba.
-Perdón ¿me decía algo?
-Sí senioguita, le desía que si podía sentagme a su lado ya que veo que están vasios los asientos... si no le molesta, clago.
-Sí, claro, por supuesto -le sonrió. -No hacía falta preguntar, pero gracias.
Karla había puesto su chaqueta y una bolsa en el asiento de en medio pero el que daba al pasillo estaba vacío y ahí se sentó el hombre que, a continuación, se sintió obligado a explicar las razones del cambio.
-Uuf, ke alivio... mi había tocado al lado un... putuninio... ¿se dise así? muy pessado... –se dio unas cuantas palmaditas en los pantalones a la altura de la espinilla.
Karla le dedicó una diplomática sonrisa y se giró otra vez hacia la ventana con la remota esperanza de que el tipo pasara de ella. Pero no.
-Mi pressento, Stanis Messtous pego llámeme Stan –le extendió la mano cordialmente.
-Karla Moore –ella hizo lo mismo.
-Car l’amour?
-Están mes tous?
Ambos se rieron.
-La entiendo, no se crgea. Mi amiga catalana disse que soy un hombrge muy confogtable...
Karla le observó más detenidamente. No era muy alto, con melenita rubia de pelo poco denso y lacio y con una constitución tirando a gordito firme (sí, en contraposición al gordito fofo). Seguramente así de buenas a primeras se le podía describir como un tipo jovial. Si fuera una fruta sería una manzana reineta.
-Ahá, le apetesse jugag Kagla?
-A qué?
-Se me ocuggen algunas cosas muy divegtidas –dijo apreciándola de arriba abajo con la mirada –pego como no va a kegueg, podemos jugag a bagquitos, pokeg, o cualquiega ke prgoponga; yo aprgendo gápido.
-Bueno, para empezar no están mal los barquitos, luego... ya veremos; aunque hoy no estoy muy sociable. ¿Tienes papel?
-Clago, tengo de todo.
-Yo también.
-Ya lo veo.
-Jejeje, empiezas tú, va.
-Mmm... C7. ¿Y a ke te dedicas Kagla?
-Agua. B2. Trabajo en una empresa organizadora de actos pero básicamente me dedico a disfrutar de la vida. ¿Y tú?
-Oh, que suegte! Tocado. Yo toco el ukelele en fiesstas y en pequenios localesss... y tambien intento disfrgutag lo posible. ¿Kiegues una demostrgasion?
-¿De qué?
-JAJAJA, de lo que kiegas, pego me guefeguía al ukelele. Aunke...
-Venga. Si te dicen algo pasaremos a lo segundo. –Karla le sonrió de oreja a oreja.
Stan sacó rápidamente el pequeño instrumento de entre sus pertenencias, lo afinó un poquito y a continuación empezó a cantar a grito pelado. Por supuesto, en breves instantes había una azafata a su lado intentando de buenas maneras que dejara de molestar al resto de la humanidad.
-Señor, por favor...
-¡Essto ess un atrgopello! ¡Libegtad de exprgessión!
-Ya, ya, Stan. –Karla le puso una mano tapándole la boca. -Gracias azafata, muy amable, ya me encargo yo.
Mirándolo fijamente a escasos centímetros de sus ojos mientras se aguantaba la risa, Karla fue cambiando lentamente la mano por sus labios.
Al poco rato estaban enzarzados en una batalla de lenguas sin apenas tregua que duró casi hasta su destino. Una mano a un pecho, una caricia en la nuca, eran aderezos ocasionales.
-Buf! Miga como mi poness. –señaló el bulto de su entrepierna. -Egues tan fogosa como yo. ¿kiegues follag akí?
-No, que queda poco. ¿Hotel?
-Si kiegues... –dijo encogiéndose de hombros -pego tengo cassa aki en Paguís.
-Ok. Pues a tu casa.
-Pego antes déjame prgobag una cossita ke comprgé antes de salig.
Stan agarró su mochila de mano y rebuscó en el interior. Extrajo una cajita cubo en la que había un huevo plateado y un pequeño mando.
-Lo vas a estrgenag, Kagla.
-Dime... ¿qué tipo de persona se compra un aparato semejante para viajar?
-Ega una intuissión –sonrió. –Y ke el otrgo ke tenía en cassa se gompió.
Besándola nuevamente introdujo su mano por la cremallera abierta del pantalón de Karla y maniobrando lo más discretamente posible, le apartó las bragas y le colocó el huevo en la entrada del coño.
-Siento en los dedos ke no nessessitas lubrgicante. Voy a metégtelo ya.
Lo hizo presionando por la base, suave pero firme, hasta que notó los labios de la vagina rozando otra vez sus dedos reteniendo el huevo en el interior. Después apretó el botón del mando. Un bizzz y ella arqueó su espalda clavándole las uñas en los hombros; otro bizzz, los ojos se le enturbiaron y la respiración se le entrecortó.
“Señores pasajeros, rogamos se sienten en sus.... bla bla.... bla bla......”
-Bueno, no más bizzzes hasta cassa pego no te lo voy a kitag...
-Mmm... tu quieres que me muera de deseo, malvado...
-Y ahoga, si me pegmites un momento... mi orggullo prgofessional está en entrgedicho.
-Qué cabrón...! –susurró Karla desde el otro mundo.
Stanis volvió a sacar el ukelele, volvió a afinarlo, y cuando ya empezaba a acercarse de nuevo la azafata con la angustia pintada en la cara, comenzó a tocar una melodía arrolladora, alegre y divertida que a Karla le evocó una sobremesa al aire libre con amigos y cerveza y que él acompaño con su voz rasposa en un idioma ininteligible lleno de consonantes. El resto del pasaje de la clase turista debió sentir algo parecido pues la mayoría se puso a palmear siguiendo el ritmo aplaudiendo fuertemente al final de la canción entre el jolgorio generalizado. Luego, muy satisfecho de sí mismo, volvió a guardar su instrumento y se giró nuevamente hacia Karla esperando continuar su affaire justo en el punto en que lo había dejado.

1 comentario:

  1. "Si fuera una fruta sería una manzana reineta" Una maravillosa manera de describir a un personaje dentro del contexto de un cuento tan divertido como éste. Tú y tu obsesión con los ukeleles...

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