martes, 9 de junio de 2009

11. Relaciones

Con un enérgico movimiento, Karla se subió encima de Raúl, tumbado boca arriba en el parquet del comedor.
-Ahora eres mío –dijo sonriendo mientras hacía presión con los muslos para inmovilizarlo.
-Aaah! Me estás chafando la manooo...!
-¡Que excusa tan burda! No te voy a soltar – e inclinándose le introdujo la lengua hasta las amígdalas.
-Está bien, vale... has ganado. Soy tu humilde esclavo.
-No, hoy nada de jugueteos de esclavo sexual. Quiero que me hagas un pequeñísimo favor.
-Uuuy, te temo. ¿De qué se trata?
-Je je, se trata de Olga que...
-Olga... ¿es aquella amiga tuya gorda, paranoica, charlatana y madre de dos niños a cual peor?
-No. Es aquella amiga mía curvilínea, atenta, comunicativa y madre de dos niños muy vitales.
-Ah perdona, a esa no la conozco.
-Pues a ella le caes muy bien.
-Ni hablar, sea lo que sea me niego.
-No puedes, el juego es el juego. Y... ¿no eras tú el que decía que para un viaje cualquier maleta vale?
-Ah, o sea que va de follar, no? Eso me tranquiliza.
-Déjate de sarcasmos y escucha.
Karla se acomodó sobre él besuqueándole el mentón.
-Olga está fatal. Después de dos meses de que sí que no, se separa del marido; hace ya una temporada que se encarga ella sola de los gemelos y como va tensa tiene broncas en el curro... y en todas partes. En fin, una mala época del copón, y claro, está a punto de explotar la pobre. –Ahora le reseguía delicadamente la línea de los labios con la yema del dedo índice. -Quisiera que esta noche la pusieras a tono. Que le sobaras a fondo esas enormes tetas que tiene. Que te sumergieras en ella como si fuera una piscina de carne... -Le tanteó el lóbulo de la oreja con su lengua. –Y que también le hicieras muchos mimitos. No te lo pido como parte del juego, sino porque tú eres parecido a mí en esto y sé que, en un momento dado, te da igual ocho que ochenta.
-Si no es parte del juego me podría negar...
-Cierto, pero no te lo recomiendo en absoluto. –Karla le dirigió una mirada desafiante y exagerada. – Sobre todo si tienes esperanzas de que te haga...
-Uuuuh.... amenazas. Debe importarte bastante el asunto.
-Bueno, no soy perfecta.
Raúl la abrazó tiernamente y la besó en el pelo.
-Está bien, lo haré.
Karla se incorporó sentándose sobre los genitales de él. Se introdujo la punta de la polla y muy lentamente se fue empalando hasta el fondo.
-Tengo que decirte que... – el ritmo de la respiración de Raúl empezó a variar. – que ya me he enrollado con Olga... anteriormente... mmm... hará como... tres, no... cuatro años mas o menos... y que... uuhg...
Karla le había deslizado la corbata de seda en el cuello desnudo mientras él hablaba y que tras hacerle un nudo corredizo la utilizaba como riendas de su circunstancial montura y como ayuda para su controlado movimiento pélvico.
-... y que en realidad me gusta... aunque no se si yo a ella...mmm... porque me trata... me trata mal, joder. Es muy arisca conmigo... ¿Por qué me miras así de raro?
-Aaay... como sois los hombres a veces...
Desenganchándose del miembro de Raúl, se dirigió al lugar donde reposaba el artefacto de doble uso y se lo colocó atándose bien el cinto a la cadera. Con movimientos sinuosos para poder apreciar lo que llevaba metido se arrodilló delante de él.
-Media vuelta bonito, te la voy a clavar... de tal manera, que no vas a poder cerrar los párpados en una semana.
-Tan romántica... –masculló Raúl como para sí. Sin embargo se puso a cuatro patas esperando el embate.

Más tarde Karla hablaba con Olga por teléfono.
-Pues sí, te aseguro que él no tiene ni idea. No me grites, joder… Que sí, que se pasará por tu casa a eso de las diez, diez y media...
-Gracias... Ay! Estoy tan nerviosa...
-Me imagino -Karla suspiró. - Es un tema... mmm... arduo... y que lo llevas arrastrando desde hace mucho tiempo.
-Sí, ya lo sé. Pero sabes que soy orgullosa...
En el otro lado de la línea hubo unos momentos de silencio y luego un repiqueteo de dedos contra madera.
-Olga ¿se lo vas a decir, verdad?
-Sí, claro, claro. Para eso quería que viniese.
-Bueno, y cómo lo vas a hacer?
-Le emborracharé un poquito, le sentaré en el sofá por si le da un yuyu, sacaré a los niños y le diré: “Cariño, ¿no notas algunos parecidos entre tú y mis hijos? Eso es porque eres su verdadero padre! Felicidadeees...!
-Noto cierto histerismo en tu voz...
-En serio? No lo había notado.
-Bah! Seguro que todo saldrá bien, es un buen tío.
-Lo sé, lo sé. Pero yo tengo tendencia a que se me cumplan las leyes de murphy estrictamente.
-Jajaja, mañana me cuentas.
-Ok. Me voy pero ya mismo a hacerles la cena a éstos, que no veas lo pesados que se están poniendo... además están cogiendo un resfriado, seguro, porque... bueno, besitos Karla. Ya te llamaré. ¡Tú! Deja eso inmediatamente! ¿Qué te he dicho...
-Chao. No te estreses demasiado, cielín.
-Muac!
Clic!

2 comentarios:

  1. -Olga... ¿es aquella amiga tuya gorda, paranoica, charlatana y madre de dos niños a cual peor?
    -No. Es aquella amiga mía curvilínea, atenta, comunicativa y madre de dos niños muy vitales.

    ¡Genial! Copiaré este recurso hasta que no te quede más remedio que denunciarme.

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