martes, 9 de junio de 2009

5. El Ligue

Karla reía agarrada del brazo de Daniel mientras se dirigían de madrugada al apartamento de éste situado muy cerca de la playa. Se acababan de conocer en el concierto del Palau. Él se había aproximado diciéndole: “Tú deberías haber pagado más” y cuando ella le preguntó intrigada el por qué, le había contestado: “Porque lo has disfrutado el doble”. Karla lo observó más detenidamente mientras él buscaba las llaves ante el portal. No era lo que se dice guapo pero tenia un atractivo incuestionable y encima parecía ingenioso y divertido. Ahora solo esperaba que follando cumpliese los requisitos mínimos.
Hay que decir que los requisitos mínimos de Karla no eran los mismos requisitos mínimos de la mayoría de gente. Ella no requería pollas enormes, ni un físico incansable, ni siquiera un conocimiento profundo del tema. A cambio, pedía lo siguiente:
1. Objetivo claro. O sea, que si se había quedado para un intercambio sexual, no interferir el buen hacer y el calentón con otras cosas como por ejemplo, filosofar, que aunque probablemente muy interesante seguro que había momentos más oportunos para eso.
2. No tomarse muy en serio. Esto quería decir que si por alguna razón, el tipo sufría un gatillazo, no hiciera un drama tremendo, pudiendo reírse de sí mismo y demostrando que los dedos sirven para mas cosas que, por ejemplo, para señalar.
Y 3. Interés en que el placer sea para todos los participantes. Fácil. Si uno se corría primero, que no diera automáticamente por terminado el tema sexual dejando a su partenaire a dos velas y mordiéndose las uñas.
Daniel y Karla entraron en el apartamento del piso segundo puerta B. Nada más traspasar la entrada les recibió un olor delicioso a tortilla de patatas.
-Uuups, creo que es mi ex. –Daniel la apremió a salir nuevamente al rellano de la escalera.
-¿Cariño? –inquirió una voz desde el interior.
-Mierda, ¿qué querrá? - Rebuscó otra vez en sus bolsillos para sacar una llave diferente y se la puso a Karla en la mano. –Entra en este piso –dijo señalando la puerta A. –Es de un vecino de confianza que me ha dejado las llaves y que no va a venir, así que no te preocupes, pasa y ponte cómoda, que ahora mismo voy. -dicho lo cual se volvió a meter en su casa cerrando la puerta con gran estrépito. - ¿Marta? ¿Eres tú?
Joder, qué suerte, pfff.
Abrió la puerta y se metió en el apartamento del vecino. Lo primero que hizo fue descalzarse mientras observaba el lugar. Estaba decorado de manera muy simple. Paredes blancas, parquet, pocos muebles, plantas altas y frondosas… un aspecto muy agradable y acogedor. Fue a la cocina y se sirvió un refresco de los que había en la nevera. Luego, buscó entre la pila de cds alguno que le apeteciera oír y se despatarró en el sofá a disfrutar de la bebida y de la música.
La despertó un repentino sofoco mezclado con los jadeos entrecortados de su propia respiración. Adormilada y sin entender aun lo que estaba pasando, se semi incorporó apoyándose en los codos hasta descubrir que seguía tendida en el sofá; que alguien le había subido el vestido, bajado o apartado las bragas y le estaba haciendo una comida de coño de campeonato.
-Buen despertar tengas sabrosa mujer. -le deseó un acento extranjero en un rostro desconocido. Mirándola fijamente esperaba con expresión atenta y picarona la reacción de Karla.
-Hola. -Vio al fondo las puertas totalmente abiertas de la terracita. -¿Eres un ladrón?
-No. Me llamo Alan y soy el inquilino de este apartamento; pero he tenido que pasar por la casa de Daniel y saltar por el balcón ya que otra persona tenía mis llaves y tampoco respondía al timbre.
-Ah, yo soy Karla. –dijo sonriendo. Se alzaron ambos para besarse en la mejilla como mandan los cánones. -Siento la invasión, pero…
-Daniel ya me ha explicado, tranquila. –retornó a su posición. -Yo, en cambio, no siento nada la invasión que estaba practicándote. ¿Te importa si continuo?
-Por favor, sigue. Te lo iba a pedir ahora mismo.
Karla volvió a dejarse caer desmayadamente sobre el sofá mientras Alan paseaba su lengua por el clítoris, por la vulva, por los labios, con parsimonia, saboreando cada rinconcito concienzudamente. Se ayudaba con los dedos cuando encontraba algún pliegue rebelde o cuando quería indagar más en profundidad. Por supuesto, todos estos manejos estaban llevando a Karla directamente a la catatonia y casi no se enteró cuando Alan hizo un comentario.
-Aaahmmm… oomm… perdón… decías algo?
-Decía que hoy Daniel lo tiene crudo. –aclaró mientras le metía dos dedos hasta el fondo.
-… aaah… si? –de repente se dio cuenta, gracias a la porquería de paredes de las construcciones modernas, a qué se refería Alan, ya que del piso contiguo sobresalían unas voces en plena discusión. – ooommm… ya veo.
-Yo creo que debería separarse de una vez por todas. – siguió éste, removiendo los dedos en el interior como si estuviera haciendo olitas.
Una andanada de insultos surgió de la pared.
-Uummm… bueno, no se. Parecen aun muy unidos…
-¿Tú crees?
Los reproches de los de al lado iban en aumento.
-Aaah… sí. Las palabras no… aaaah.. oh, oh… stop, please… si no, me voy a correr en seguida… las palabras no definen tanto como los hechos… y él está allí con ella en vez de en tu lugar… tal como estaba previsto. –Karla le dedicó una sonrisa encantadora a Alan.
Éste se la devolvió.
-No solo no me importa que lo hagas, sino que es justo eso lo que pretendo. –dijo tranquilamente, hurgando un poco más. –Luego ya me desquitaré. Pero tienes razón; a veces las palabras confunden lo que realmente está pasando o disimulan otras intenciones… -Alan paró de hablar para lamerle el clítoris otra vez mientras sus dedos presionaban intermitentemente contra las paredes vaginales.
-Ooooooommmm… me estás volviendo loca… -Karla arqueó su espalda y su pie derecho fue a posarse en el notable bulto del pantalón de Alan. - ¿A que… te refieres?
En el piso vecino algo frágil se estrelló contra el suelo.
-Imagina que en realidad sean una pareja que se lleva perfectamente y estén representando un papel a la espera de una señal mía… ssluuurp. –la lengua se deslizó hacia el ano.
-Aaaaah… maldito. ¿Para una mini orgía de cuatro? -Karla se debatió contra las fuertes sensaciones y contra Alan. –Entonces no me hagas correr aun, joder… y llámalos ya. ¿No ves que estoy a punto de caramelo?
Al lado, otro objeto fue a hacer compañía al primero.
-Jajaja… Ok, les avisaré antes de que terminen con toda la vajilla. –Alan removió los dedos con nuevos bríos. -Pero primero, hermosa, vas a correrte como es debido… así estarás a nuestro mismo nivel. ¿O que te piensas que hemos estado haciendo Marta y yo mientras veníais?
Karla riendo y ya sin poner pegas, cerró los ojos y se dejó llevar por el placer.
-Maquiavélicos…

1 comentario:

  1. Me gusta mucho como empiezas dando las normas ante una cita para luego ponerse a cotillear como dos porteras en mitad de un polvo. Está muy bien pillada la esencia del polvo espontáneo respecto al premeditado. Me ha gustado mucho.

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