martes, 28 de julio de 2009

15. De Cuento

“Bésame -dijo el sapo a la hermosa joven –y me convertiré en el más bello príncipe que hayas podido imaginar”.
-Jajaja. ¿Estás intentando decirme que si te morreo vas a cambiar de aspecto y de clase social?
-Dicho así... ejem... Lo que quiero decirte es que si me pruebas vas a alucinar porque te llevaré a través del tiempo y del espacio y bailaremos en las espirales del placer... podría ser tu psicopompos.
-¿Mi psicoqué? Mira tío, he quedado, lo siento. Nos vemos, eh? – y la rubia se levantó de la mesa del bar y se alejó rápidamente hacia la puerta mientras le enviaba un nervioso gesto de despedida con la mano.
En la mesa contigua, Karla cerró su libro y se giró para mirarle. No le desagradó a pesar de su expresión alicaída; se podía adivinar en él un punto salvaje que no terminaba de encajar con la ropa formal que llevaba puesta ni con la calma con que removía su café con leche.
-Hola. ¿Te importa si sustituyo en tus planes a Ricitos de oro?
El hombre no demostró sorpresa y apenas cambió su postura.
-¿No te da miedo irte con un extraño, mujer?
-Pues aun no lo he considerado; solo sé que me atrae lo que le has propuesto a ella. ¿Debería tenerlo?
Él no contestó pero uno de sus pies desplazó la otra silla de su mesa para que Karla se sentara mientras le dirigía una mueca socarrona.
-Me llamo Kar... –empezó a decir ella una vez instalada frente a él.
-Sshhh... nada de nombres predeterminados –dijo poniéndole los dedos en los labios. –Busca un nombre para mí y yo haré lo mismo contigo.
Karla sonrió aceptando el juego.
Y así empezaron a estudiarse uno al otro mientras saboreaban sus respectivas bebidas. Él se inclinó para poder olerla y ella le rozó la mejilla; él le mordió delicadamente el meñique y ella se agachó para verle la posición de las piernas y los tobillos.
-Tú me recuerdas un lobo, te llamaré Garú –dijo ella.
-Bien observado. Tú a mí, algo climático. Te llamaré Nuash -dijo él.
-Vale. Garú ¿qué propones?
-Que paguemos y ya que estamos cerca nos vayamos a bailar a la playa, Nuash.
-Supongo que eres consciente de que está a punto de llover y de que es tarde.
-Mejor, así no habrá humanos y el lobo podrá perseguir a su nube sin interrupciones.
Sin más pegas, ambos abonaron lo consumido y paseando por las callejuelas menos transitadas fueron dirigiéndose hacia el mar. El trayecto fue estimulante aunque ya les cayeran las primeras gotas pues les sirvió para observarse en movimiento y elucubrar si su ritmo corporal era compatible.
Cuando pisaron la arena, Garú, se desvistió de cintura para arriba, se descalzó y en seguida empezó a corretear de aquí para allá aullando al cielo encapotado. Karla, digo Nuash, siguiendo su ejemplo, también se fue quitando ropa dejándose la camiseta y las bragas para no incurrir tan pronto en un escándalo público y brincando cual gacelilla se acercó a la orilla para mojarse los pies. El agua del mar le pareció más cálida que la que le caía de arriba y ya estaba por meterse cuando vio a Garú acercándose a ella a toda velocidad a través de la lluvia cada vez más torrencial. Sintió súbitamente como el corazón le subía a la garganta y con un chillido comenzó a correr en dirección opuesta lo más rápido que sabía (que no era gran cosa, todo hay que decirlo). Notaba tan cerca su aliento... cambió bruscamente de rumbo con la esperanza de obtener alguna ventaja pero los gañidos a su espalda se encargaron de situar correctamente a su cazador. Corría y corría y el agua le chorreaba por la cara, se sentía desfallecer... asi que tomó la decisión desesperada de enfrentarse a Garú con todas las fuerzas que le quedasen. Cuando ya se iba a dar la vuelta, de improviso y sin habérselo propuesto, su temor se disipó al comprender que, de haber querido realmente atraparla ya lo hubiera hecho. Sintiéndose de lo más boba soltó una risilla y fue convirtiendo su movimiento descontrolado en rítmicos saltitos y pasos de danza como si ese hubiera sido su plan desde el principio. Nuash echó una rápida ojeada hacia atrás y vio al lobo intentando imitar su cadencia aunque lo hacía de una manera más impetuosa y agreste. Expansiva, se dejó llevar por su melodia mental y bailoteó como una loca bajo la lluvia con Garú saltando a su alrededor y las olas del mar como orquesta de fondo. Advirtió que las vueltas de él iban haciendose más y más estrechas y se dejo caer a cuatro patas justo cuando el gris plomizo del cielo daba paso al negro morado preludio de la oscuridad. Garú la montó sin muchas contemplaciones, como un animal, incluso notó sus dientes mordisqueando su nuca, pero en sus entrañas reconoció la enorme excitación que sentía: una flor de fuego alimentada con cada empujón de las caderas de él que cuando explotó fue como si lo hiciera un furioso volcán. Ante sus ojos, un relámpago partía en dos el firmamento. Gritó.
Más tarde, tendida a su lado en un refugio fortuito, abrigados y mientras hablaban, se lo confesó.
-Gracias por la caza, el baile y... la cópula, Nuash.
-Chico ¿por qué lo dices? Si yo también lo he disfrutado y... joder, estoy destrozada!
-No es fácil sobrevivir al lobo feroz.
-Bueno, pues no hay de qué. Aunque tengo que decirte que... al principio tuve miedo. No se que me pasó, fue irracional; te vi corriendo hacia mí y...
-Lo sé, pude olerlo -la besó. -Pero fue culpa mía por soltarme estando de mala uva. Menos mal que lo superaste a tiempo.
-¿Qué?
-Estuve aguantando todo lo posible pero ya estaba a punto de... morderte.
-En serio? -Karla se incorporó.
-Sí -parecía avergonzado, -a veces pasa cuando suelto a la bestia.
Se lo quedó mirando mientras imaginaba los distintos finales que podía haber tenido la historia. Tuvo un arranque de enfado.
-¡Perro malo! ¿Buscabas un domador o es que pensabas comerte a la caperucita rubia?
-Lo siento, Nuash. Fue su rechazo lo que provocó mi mal humor.
-Y qué? Eres lo suficiente adulto para soportar las negativas a tus deseos o por lo menos eso parece.
-Yo sí -dijo Garú con una pizca de angustia -pero mi parte lobo no.
A Karla, de golpe, se le pasó el cabreo y llegó la curiosidad.
-¿Tan diferenciados estais?
-Sí -reveló él apesadumbrado. -De hecho he estado en tratamiento hasta hace poco -la miró a los ojos con cautela -¿Te asusta saberlo Nuash?
Ella negó con la cabeza y le sonrió.
-Bueno, bien está lo que bien acaba. Y la verdad, tengo que reconocer que han habido partes que sí me gustaría repetir.
Karla se puso en pie y le ofreció su mano.
-Qué. ¿Volvemos a la civilización a comer perdices... y a dormir?