jueves, 4 de junio de 2009

1. La Pareja

Karla estaba caliente. Y no era raro, ya que ese era su estado natural.
Paseaba por una calle céntrica con andares cansinos, deteniéndose a mirar los escaparates y espectáculos callejeros que le salían al paso. No tenía prisa. Era una hermosa tarde y no había ningún motivo para fastidiarla con un estres innecesario.
Claro que su futuro inmediato no tenía por qué estar de acuerdo con esto y por lo tanto, al doblar la siguiente esquina, los acontecimientos se le echaron encima. Literalmente.
- ¡Puta! ¡Guarra!
Revolviéndose automáticamente para que el cuerpo que había chocado con ella no la hiciera caer, Karla afirmó sus pies y se preparó para enfrentarse a lo que fuera que el destino le tenía reservado.
Que consistía principalmente en:
A. Mujer de unos treinta y tantos, guapetona y arreglada (aunque no con toda la ropa en su sitio) pero con cierto rictus de terror en la cara y
B. Hombre de unos cuarenta y muchos, atractivo y moreno, que se acercaba espetando insultos con expresión rabiosa detrás de ella.
- ¡Zorra, párate ya, que va a ser peor!
- Oiga... no hace falta ponerse asi...
Karla con la mujer en brazos, no pudo contener las palabras...
El hombre se detuvo y la miró de arriba a abajo.
- ¿Y usted quien es, si puede saberse?
- ¡Y eso que importa! ¡No puede tratar a... a su... a esta mujer a gritos, hombre!
La mujer intervino.
- ¡Oiga, no le hable asi a mi marido, eh?! Mi marido me trata como le dé la gana!
- Claro, claro... ya veo... - Karla empezó a recular. (¡Me cago en la puta! ¿cuantas veces me tengo que decir que no hay que meterse en medio de una pareja?) - pues nada, eh? yo sigo mi camino...
- No, no. No le va a ser tan fácil, señorita. Usted se ha inmiscuido y no va a marcharse hasta que esta situación esté resuelta.
- Pero...
A una seña del hombre, su compañera agarró a Karla de los brazos con mas fuerza de la que aparentaba tener y entre los dos, la metieron en un portal vecino de entrada estrecha y oscura.
Allí pasaron rápidamente a la acción.
- Bájale las bragas.
La mujer, que se había situado a su espalda y cuyas tetas notaba presionando contra sus omoplatos, siguió inmediatamente las indicaciones de su hombre. Su mano derecha se introdujo bajo la falda de Karla y no paró hasta haber conseguido su objetivo, mientras que él, que no había estado ocioso, le había levantado la camiseta y el sujetador y se encontraba magreando sus pechos con especial atención a sus pezones. Se notaba práctica en como lo llevaba a cabo pues sus movimientos eran eficaces, duros y suaves al mismo tiempo y Karla no tardó en ponerse como una moto.
- Ahora métele los dedos. - el aliento a menta del tipo le rozó la mejilla al musitar las siguientes instrucciones. - Eso es... mmmm...
Karla jadeó desde su posición de relleno del bocadillo formado por esos dos energúmenos y no pudo evitar un seco gritito cuando ella le introdujo de golpe el dedo corazón en el ojete y con la otra mano empezó a tantearle el clítoris y el coño.
- Está húmeda la muy guarra.
- Sí, y nada asustada por lo que veo. - el hombre sonrió ligeramente en la penumbra reinante, mirando a Karla fijamente a los ojos, para volver inmediatamente a sus manoseos y pellizcos en sus generosas tetas al tiempo que comenzaba a restregar el, cada vez más, visible bulto de sus pantalones contra la zona genital.
- Métemela... - dijo el dominador al cabo de unos diez minutos de sabios manejos digitales y sobeteos varios a la prisionera en los que ni un solo supuesto vecino de la finca hizo acto de presencia por la escalera desperdiciando asi la ocasión de ver a una Karla semidesnuda, (la camiseta en el cuello, la falda en la cintura y las bragas por tierra), desfallecida y casi al borde de las lágrimas por sus intentos desesperados por acabar con la tremenda excitación que sentía.
- Por supuesto amor... - dijo la señora.
- Sí, sí. - estuvo de acuerdo ella entre suspiros entrecortados.
Al punto, expertamente y sin sacarle el dichoso dedo del culo, la señora tuvo en su mano la verga de su marido y la dirigió sin vacilaciones a la entrada de la recontrahumedecida vulva que, ya a estas alturas del tema, latía con vida propia.
- Espera querida...
La mano se detuvo. (Noooo... vengavengavenga... metemete...) ((bueno, ya hemos dicho que tenía vida propia)).
- Sé que te mueres de ganas de comértela y hoy estoy inclinado a concederte lo que me pidas... tu sexto sentido al elegir lo adecuado para mí, sigue siendo muy bueno. Por lo tanto...
- OOOh... gracias, cariño. - Y le dedicó una deslumbrante sonrisa de absoluta adoración por encima del hombro de Karla. - Sabes que siempre y en cualquier lugar puedes contar conmigo para lo que desees... - dijo mientras estiraba el cuello para poder llegar con su boca a la boca de su dios terrenal.
- (Pfff...lo que me faltaba...) - se dijo Karla poniendo los ojos en blanco e intentando respirar dentro del forzado abrazo. - ¡Eh, par de panes! ¡Aquí! Un poco de atención a vuestro jamoncito rico.
- ¡Que me la chupes ya, joder! ¡Déjate de gilipolleces!
- Claro, claro... perdona... - balbuceó la cretina enamorada, al tiempo que se arrodillaba de golpe y sacaba su dedo del lugar calentito donde lo tenía, para dedicarse en cuerpo y alma a las imperativas exigencias de su rudo cónyugue.
Karla fue empujada, y rápidamente olvidada, hacia un lado.
- ¡Pero bueno..! - indignada ya iba a...
- Desaparece nenita o te vas a acordar por mucho tiempo.
El tono frio y desagradable de la voz hizo que Karla recuperase ipso facto el control sobre sus sentidos y sin decir ya ni media palabra, se colocó como pudo la ropa en el sitio adecuado, salió del lúgubre portal y volvió al mundo, que la recibió como si nada hubiera sucedido.

1 comentario:

  1. Es una manera genial de presentar a Karla, sin duda. Una intro-interruptus en toda regla. Uy, ¡perdón!

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