martes, 9 de junio de 2009

4. Carnaval

¡Vaya! Sí que hacía una noche magnífica para bailar y divertirse. Karla no tenía por costumbre disfrazarse pero se había hecho amiga de un grupo de gente muy festivalera que casi la había obligado a seguir sus “normas” y esta vez habían decidido cambiar de sexo, así que todos los hombres se vestirían esa noche de mujeres y ellas de machos. Qué típico jeje, pero bueno, con un poco de predisposición al buen rollo podía ser divertido. De entrada, estaba claro que no se iba a poner la clásica chaqueta-camisa-corbata; el problema era que con las tetas y cadera que tenía resultaba muy difícil ocultar su género. Después de pensarlo se había decidido por imitar la figura de un presentador de circo un tanto obeso, de cejas pobladas y con bigotito a lo Dalí, esperando que la brillante levita y los demás complementos cumplieran su función. Y ahora se hallaba en el lugar de encuentro, al lado de la fuente de la entrada del parque, intentando reconocer a sus amigos entre el bullicio y el colorido de tanta gente disfrazada.
Una gitana se le acercó. No una de verdad, claro. El pañuelo verde chillón con moneditas cosidas que llevaba en la cabeza y el chal fucsia en los hombros, indicaba el modelo que había seguido la persona en cuestión.
-Aaaay paaaaayoooo…. Que te leo la buenaventuuura…
Karla escrutó el rostro de la gitana en busca de rasgos conocidos mientras ésta le agarraba la mano enguantada.
-Veo… veo… mmm... que vas a acabar mojando el churro, guapito.
A Karla se le escapó la risa.
-Ya. Y lo ves en el guante negro… aah, ya sé, eres Fernando, no?
-No, paaaayo. ¿Quién es ese?
-Aps, pues entonces debes de ser Jaime.
-Tampoco. Ni idea de quienes hablas, caritadeangel, pero deja de llamarme con nombres masculinos… que yo seré gitana pero muuuy mujer. –dijo colocándose bien la falsa teta izquierda.
Karla se puso en el papel.
-¿Un bailecito, ricura? – dijo con su voz más cazallera.
-Pos claro, paaayo, ya era hora. Pero vamos pallá questán tos.
Se adentraron en el parque, hacia un lugar que estaba lleno de personajes de circo. Karla empezó a sospechar que existía un equívoco en alguna parte y no solo por la suya, pero la gitana, después de un saludo general, ya la empujaba en dirección a la música que surgía del interior del parque.
Bailaron apretados un buen rato, besuqueándose con cada vez mayor frecuencia los cuellos respectivos y explorando un poquito mas allá de la apariencia externa para descubrir, por ejemplo, que la gitana estaba empalmadísima mientras sacaba su dedo índice del agujerito que había encontrado en los bajos del presentador de circo para llevárselo a la nariz. Karla dudaba si sacar de su posible error a su acompañante pero decidió que al fin y al cabo, el carnaval era eso: caos, sexo y diversión; e igual si ponía las cartas boca arriba todo se enfriaba, desapareciendo el morbo y el encanto de esa noche.
-Venga usted paquí, paaayo... –la gitana tiraba de sus manos caminando de espaldas hacia la zona más densa de árboles, mientras sus ojos oscuros y su sonrisa prometían mil y un placeres. –Venga a disfrutar con su gitanita linda...
Karla se dejó arrastrar con gusto, por supuesto, pero intentando dar la impresión de vencer ciertas resistencias, para seguir el juego. La guió hasta una zona donde predominaba la luz de la luna a la del tendido eléctrico, y la música se percibía muy amortiguada. Entre suspiros de deseo se levantó la voluminosa falda de colores mostrando su miembro erecto a los espíritus nocturnos y a Karla.
-¡Vaya clítoris! Mmm... déjame probarlo, gitana.
-Jajaja, eres más guarra de lo que pensaba, Isa.
Karla, con la polla en la boca, no se molestó en contestarle; le lamió lo justo y se incorporó invitándole a que hiciera su trabajo. Él no se hizo de rogar. Con dedos un pelín torpes por la excitación y por la poca luz, le desabrochó primero la levita, le apartó los tirantes, desabrochó también lo suficiente de la camisa como para poder sobarle a gusto los pechos, luego, los enormes pantalones que albergaban el almohadón destinado a esconder las curvas femeninas, por último le bajó los calzones que contenían el material extra para simular los atributos varoniles, todo entre bufidos de impaciencia mientras Karla colaboraba masajeando sus testículos con la mano derecha.
-¡Joder con el puto disfraz! –manifestó harto cuando ya, por fin, pudo descubrir el cuerpo de la mujer. Inmediatamente la recostó sobre el almohadón y empezó a follarla rítmicamente. Karla, entendiendo que la situación no daba para muchas sutilezas, se acopló lo mejor que pudo al mete-saca para exprimir todo el gusto que fuera posible. De repente se dio cuenta que él la estaba haciendo fotos con su móvil mientras la seguía penetrando.
-¿Te gusta recalentarte luego o qué?
Tras apartar la minicámara y poner los empujes amorosos al ralentí, descubrió su juego sin ningún tipo de miramiento.
-Es que quiero mostrarle a tu novio de lo que eres capaz.
Karla, sorprendida, ni siquiera intentó adivinar el motivo de semejante acto en el rostro en sombras, aunque podía imaginar varios argumentos. ¡Menudo cabronazo!
-Ah, vaya ¿y no crees que debe saberlo mejor que tú? –dijo levantándose y volviendo a poner cada prenda en su sitio.
-Jeje, que ingeniosa. Tengo que reconocer que te lo estás tomando muy diferente de cómo imaginaba, Isa. Creí que te pondrías a llorar, a suplicarme… en fin, de hecho tampoco pensé que fueras tan fácil de convencer ¡Qué imprevisibles que sois las mujeres!
-Pues que lástima, yo creí que ibas de buen rollo, mira tú. ¡Qué imprevisibles que sois los hombres! –le dio la espalda y comenzó a alejarse en dirección a la fiesta. –Y... chico, espero que esa sonrisa de satisfacción no se te atragante en exceso.
Karla volvió a sumergirse en el jolgorio y el regocijo general hasta que se topó con Jaime, muy reconocible dentro de su disfraz de monja.
-¡Pero tiaaaa! ¿Dónde te habías metido? ¡Te hemos estado esperando en la fuente de la plaza más de media hora!
-Ah ¿era en la de la plaza?
-Ahora estábamos diciendo de ir a tomar un chocolate a Ca la Nuri. ¿Te vienes?
-¡Pues claro! –Karla sonrió. -Al final, va a tener razón la gitana y voy a mojar el churro.

1 comentario:

  1. Gran final. Este me parece súmamente erótico por aquello de estar los sexos cambiados. Es uno de los más divertidos.

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