martes, 9 de junio de 2009

13. A Distancia

-Juraría que lo había puesto por aquí.
-Es igual, madre, déjalo ya. Me voy a ir en nada..
-¿Queeee? ¿No te vas a quedar ni para tomar el té como las personas civilizadas?
-No tengo tiempo; aun tengo que conseguir el resto de cosas para la cena. Creía que tenías el vestido localizado.
-Yo también, Karla. Por lo visto, debí cambiar la caja de sitio en algún momento y no me acuerdo. Quédate para el té y mientras lo pienso.
-Ya veo. ¿De qué quieres hablar?
-Oh, de nada en especial; de ti, de mí... No puedes ir a casa de alguien y no dedicarle ni cinco minutos. Y no solo es por una cuestión de buena educación, nena, ya lo sabes. Aguanta la escalera que voy a bajar.
Una de las cosas por las que Mariona Faguany nunca dejaría de ser ella misma era por el caso que hacía a sus tiempos internos. La persona que se dejara arrastrar por el frenesí del mundo y sus exigencias estaba perdida; y según ella explicaba, era una lección aprendida de jovencita que le había ahorrado multitud de sinsabores. (Si no era para divertirse, claro, que una no era perfecta, entonces había que atenerse a las consecuencias).
Karla decidió rendirse antes de presentar una batalla que sabía que iba a perder.
-He conocido a alguien –dijo Mariona más tarde, entre sorbito y sorbito de una humeante taza.
-Oooh, tenía que haberlo imaginado. Cuéntame.
-Bueno... ha sido vía Internet.
-¿En serio? Pero habéis quedado para veros o algo?
-Ejem, va a ser un poco difícil, nena, vive en la otra parte del mundo. Aunque... nos hemos intercambiado fotos...
-Fotos... –repitió Karla, sospechando algo raro por como lo había dicho.
-Ejem, sí. Fotos descrunchcrunchnudos.
-Madre, deja de meterte cuatro galletas al mismo tiempo en la boca y habla claro.
Mariona suspiró.
-Pues mira hija -dijo con un tono de lo mas trivial -nos hemos enviado algunas fotos calentitas; unas en plan seductor, en otras salimos desnudos y otras diría que son directamente porno.
Karla la miró sin dar crédito.
-¿Sabes que la mayoría de las veces en Internet la gente no es quien dice ser, no? Madre, pueden haberse aprovechado de ti y luego, por ejemplo, colgar esas imágenes en alguna web de vete tu a saber qué, como mofa o no sé... puuuf, hay gente muy enferma!
-Ya lo pensé –dijo tranquilamente –no soy boba. Pero coincidió, básicamente, que estaba aburrida y que, por otro lado, no tengo que justificarme ante nadie. De joven nunca tuve problemas serios para mostrar mi cuerpo (un poco de vergüenza tal vez, nada importante) y solo por el hecho de envejecer como todo bicho viviente no voy a empezar con pudores y tonterías varias, por mucho que les pueda molestar a los snobs estetas o a los pseudoreligiosos. Y... además creo que estoy bastante bien para la edad que tengo; un poco más rolliza de lo que...
-Vale, mami, ya veo que lo tienes claro.
-¿Estás molesta?
-Pues un poquitín sí. No sé... creo que me perturba el hecho de que tú, mi madre, quedes expuesta ante... ante cualquier cretino descerebrado con las hormonas alteradas.
-Acércame tu taza que te la vuelvo a llenar. ¿Cuántas eran de azúcar?
-Dos. ¿En serio no te inquieta?
-Qué quieres, allá él con su conciencia si lo hace –Mariona se sirvió otra para ella también. -Dime una cosa, cielo: si tu estuvieras en mi lugar ¿estarías preocupada?
Karla enderezó su postura en el sofá.
-Bueno no, pero porque hubiera tenido cuidado de no mostrar mi cara y mi coño en la misma foto, por ejemplo.
-Me parece recordar que yo también he tenido en cuenta esa precaución aunque claro, con la calentura...jeje, una nunca sabe... tendré que revisarlo. ¡Aaah, qué bueno es el té en el momento adecuado!
-Madre, te estás riendo!
-Tengo que reconocer que la situación me hace gracia; he pasado momentos muy divertidos preparando las fotos a mi gusto, y también, todo hay que decirlo, él tiene mucho encanto y picardía. Y su voz... bueno, su voz es absolutamente lujuriosa.
-¿Cómo lo sabes? Que yo sepa, tu equipo informático no... ah, le diste el teléfono.
-Sí. Y gracias a eso, ayer noche tuve una masturbación guiada de lo más estimulante. ¡Qué placer! He dormido como un tronco.
-Como todas las noches, madre; tu siempre duermes divinamente.
Mariona miró a Karla por encima de la taza.
-Sé que contarte estas cosas a ti, que eres mi hija, puede producirte cierta conmoción pero es mi manera de decirte que no te preocupes, que me encuentro bien, que estoy entretenida con mis cositas.
-A veces, creo que preferiría una forma mas convencional.
-En serio? No por no expresarlo deja de existir una cosa, cariño. Soy una mujer vieja pero aun no estoy muerta y por lo tanto aun tengo deseos físicos mal que le pese a esta sociedad hipócrita. Y no solo tengo deseos, Karla, sino que estoy orgullosa y muy contenta de tenerlos.
-Ya lo sé, mami, y te quiero tal como eres. Además, joder, seguramente yo seré como tú cuando tenga tu edad pero...
-Pero como presionan con sus tonterías, no? Aay sí, es verdad. Cuesta tener las cosas claras, hay que ser muy fuerte y quererse mucho. ¡Anda! -Mariona dejó la taza de golpe en la mesa. -Acabo de recordar donde puse el vestido! Ven, vamos a mirar en el armarito del pasillo.
-Por cierto -dijo Karla levantándose. -¿Cómo se llama tu amante virtual?
-Brick.

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