lunes, 1 de marzo de 2010

22. Lección

Karla se introdujo el miembro totalmente enhiesto del chico ayudándose con la mano y se inclinó para besarlo en la boca. Aun sabía a chicle de fresa. Con un suspiro, le fue mordisqueando el labio inferior, la suave barbilla y el cuello, hasta que de repente le pareció incluso que desprendía el típico aroma de colonia de bebés. Se incorporó de inmediato y lo miró fijamente a los ojos.
-Oye, estás seguro que eres mayor de edad? No quiero que me acusen de corruptora de menores...
-Te lo juro –dijo él, intentando aguantar con más o menos dignidad el escrutinio, mientras depositaba cautelosamente una mano en la nalga más cercana. –Además, tengo más experiencia en estos temas que otros de mi edad.
“Sí, muchísima experiencia” pensó Karla con ironía, observando el movimiento convulso de las caderas y la pelvis del chico. Pero sonrió por la energía y el esfuerzo que les imprimía.
-De acuerdo, me lo creo. Pero no estará de más repasar ciertas lecciones, verdad? Abre la luz del todo.
Se despegó del otro cuerpo y se sentó en la cama cruzando las piernas en posición de yoga. Él se sentó enfrente de ella, un poco frustrado por el brusco desenchufe pero a la expectativa, después de hacer lo que le había mandado.
-¿Las manos limpias? Sí, ya veo. Muy bien. Ahora observa.
Karla extendió las piernas apoyando una en un hombro del chico.
-¿Ves bien mi coño? Perfecto. Acerca más la lámpara si lo necesitas. Tócalo, explóralo. Sin vergüenzas... eso es... aparta suavemente los pliegues y fíjate en su forma. Ese bultito al norte es el clítoris. Se tiene que acariciar delicadamente o en vez de placer, provocarías ganas de darte un empujón cuanto menos... A veces, depende de la tensión que se sienta, es preferible presionar alrededor en vez de ir directo ahí. Sería equivalente a la punta de tu polla, creo... Oh, pero a veces, me puedo correr solo con eso... Acerca la punta de tu lengua y lámelo... ¿te da asco? Jeje, no te preocupes, yo también me he lavado. Y ya que estás ahí, aprovecha para olisquearme como si fueras un perro. No veas como pone el olor... hay un montón de olores además. Los hay suaves y fuertes, los hay que enamoran... depende de la persona y también del día. Nunca es una pérdida de tiempo regodearte en el olor... porque el sexo no es una competición de nada, ni una demostración contínua de poderío físico... Bueno, ahora mete el dedo lentamente... está húmedo, no? guay... así entra fácilmente... cuando notes que no está suficientemente lubricado, lo mejor es poner aceite o vaselina para no irritarlo... ya se que lo sabes, no pongas esa cara, lo digo porque a veces, con la excitación, queremos meter rapidito y luego sale como sale... muy bien... muévelo lentamente, nota... mmm... las paredes, dóblalo un poquito y siente... uuuh... la elasticidad... oooh... sácalo nene, me estoy poniendo como una moto... si me estuvieras haciendo un trabajito, luego meterías otro dedo más, por ejemplo... y luego otro, talvez... o no... pero ahora no es el caso.
Karla lanzó un profundo suspiro, se dio la vuelta poniéndose a cuatro patas y continuó con la lección.
-Ahora observa mi culo.
-¿Por qué? Es igual al mío, no? –dijo nervioso, apartando la vista.
-Claro que sí -ella giró la cabeza para poder verlo. -Pero no hay que olvidarlo como fuente de placer. Y si está limpio no hay razón para tratarlo como una cosa asquerosa. Se supone que ahora no estás con el rol de una madre harta de limpiar culos cagaos ni el de un crío, harto de que se lo fregoteen cada dos por tres. Eres un adulto que estás sintiendo y admirando los cuerpos de dos adultos, el tuyo y el mío, que espera extraer el mayor placer que pueda de ellos... Así que toca y acaricia mi culo. Más lentamente. Nota la rugosidad del ano. ¿Sientes humedad? ¿a que no? Eso significa que si quisieras hacer algo con él, algo con algo más grande que tu dedo, tendrías que lubricarlo sí o sí, ya que no posee la facultad de humedecerse por sí mismo como el coño. De no hacerlo, me podrías producir desde una irritación a un desgarro, que por cierto, duele que te cagas. Vale ¿quieres meter un dedo? Puedes chupártelo antes... ¿no quieres? Jajaja, está bien, otro día será. Pero te informo que un dedito jugueteando por ahí mientras se folla, mola un montón. Ah, una advertencia muy importante si no deseas que tu partenaire pille molestas infecciones: tanto polla como dedos, del coño al culo, muy bien. Al revés nunca. La flora de cada sitio es diferente y el delicado equilibrio de la del coño no soporta intromisiones. Pues bueno, una vez aclarado el tema (más o menos) podemos pasar a la práctica... Ven aquí, chiquitín...
Karla agarró al chico por el cuello y lo tumbó a su lado.
El sonido de unas llaves manipulando la cerradura de la puerta de entrada hizo que el chico se incorporara en el acto con cara de terror.
-Uuuy! Karla, por favor, escóndete en... en ese armario. –susurró aprensivamente mientras bailoteaba a la pata coja intentando ponerse los tejanos. -Seguro que es mi padre. Vaaa... porfiporfiporfi...
Karla agarró su ropa meneando la cabeza con pesar y se dirigió hacia allí.
-Pfff... lo que faltaba… mecagontosmismuertos… que final más clásico... críos...

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