jueves, 29 de octubre de 2009

18. Malhumor

-Joder Karla ¿qué te pasa? Llevas toda la mañana de morros!
-Bah tonterías. Me he levantado picajosa y el curro que he tenido no lo ha arreglado.
-Tienes la regla.
-No.
-No tienes la regla.
-No, tampoco es eso.
-Aaah, ya sé. Has fingido un orgasmo y ahora lo estás pagando.
Karla miró a Judit.
-Que graciosa, creo que me voy a dar un paseo.
-Pues con quien te has peleado?
-Con nadie, chica. Tengo el día tonto y ya está. ¿Te vienes a ver escaparates?
-Vale.
Deambularon por las calles en dirección al centro parándose donde les apetecía, sobretodo ante las ofertas de las agencias de viajes, las tiendas de ropa de colorines y ante algunas fruterías. Judit aguantó estoicamente las diatribas y los ácidos comentarios que iba soltando su amiga por el camino, por una parte porque sabía que la catarsis era útil para que volviera a su humor habitual y por otra, porque le hacía gracia la forma que tenía Karla de cagarse en todo.
-A ver, de las ocho pelis que hacen en esta sala ¿cuántas no son violentas con armas? Solo dos! Y por qué? porque una es infantil y la otra está hecha para infantiles mentales.
-Joder! ¿Qué necesidad tiene ese imbécil de tocar la bocina como un loco?¿no se da cuenta de que hay un viejo cruzando? No, porque no es un defecto de la vista; tendría que graduarse el sentido común.
-En serio, me hace gracia cuando alguien dice “ya he sido suficientemente bueno” ya que en realidad lo que quiere decir es que ya está harto de ser o parecer bobo porque le han fallado los cálculos y no ha tenido el resultado esperado del tema en cuestión, o sea, que esta confundiendo bondad con estupidez y encima fomenta ese error en los que le escuchan.
-¿Y esto a que viene? –dijo Judit sorprendida pero inmediatamente se calló al intuir que posiblemente tenía que ver con el origen del malhumor.
-O también podría ser que llamara bondad a la paciencia, que si analizas el término es un estado de espera, por lo general elegido por descarte, que solo aplaza lo que se quiere conseguir. Y en una relación ya se sabe, esa frase la pronunciará alguien que en vez de amarte tal como eres solo espera modelarte a su gusto. En todo esto, ¿dónde mierda está la bondad? ¿bondad porque no va uno cortando cabezas a saco para acelerar el proceso? Uuuuy cuanta bondad! Pfff... odio salir con cretinos.
-¿Conozco a ese indeseable?
-No creo.
Caminaron un rato más, hasta encontrar una mesa libre en una terracita de bar. Las dos se espatarraron de cara al sol cerrando los ojos después de pedir un aperitivo, agradeciendo el calorcito en su fuero interno y ni pestañearon cuando el camarero se acercó a dejar los refrescos.
Judit fue la que, al cabo de un rato, rompió la burbuja.
-Karla, estaba pensando en algo que igual te arreglaba el humor del día, pero no se si estarás dispuesta y tal vez sea muy pronto...
-¿Ah, sí? ¿en qué? –dijo repentinamente interesada. De golpe, se echó a reír.
-Hombre, me alegro de que la reacción sea tan rápida pero...
-Es que me hace gracia notar el efecto que me provocan siempre estos discursos pseudo morales –dijo Karla, refiriéndose a unos devotos practicantes que habían empezado a dar la brasa a pocos metros de distancia, -cuanto más rabiosos y apasionados, más frívola tengo ganas de ser.
-Jeje, a mí me pasa igual.
-Tu idea, tiene algo que ver con ellos? Como, por ejemplo, tentarlos, escandalizarlos, meterles en un lío tipo “cabrón, no nos abandones a mí y a los niños” o algo por el estilo?
-Naaa, solo de pensar en que esos reprimidos me puedan tocar con sus torpes manos sudorosas me vienen ganas de vomitar.
-Menos mal, a mí ya me estaban entrando escalofríos. Pues qué es lo que...
-¿Sabes lo que es un pasillo francés?
-No.
-Jejeje...
Se levantaron y Judit fue guiando los pasos de ambas hacia un “misterioso” destino que, tras unos veinte minutos de caminata, se hallaba emplazado entre una carpintería y una oficina de correos (“qué adecuado” pensaría luego Karla).
El interior del local, delicadamente iluminado con luces indirectas, parecía un bar de copas normal ya que tenía una barra con algunos clientes, pocos, dado lo temprano que era para salir de marcha, asistidos por dos camareros a cual más fashion y que saludaron a Judit con la mano en cuanto la vieron entrar.
-Espérate aquí un momento mientras indago si hay alguna posibilidad a estas horas.
Karla vio como Judit se adelantaba, como se inclinaba de puntillas para hablar con uno de ellos tras darle un beso en la mejilla, como uno de los solitarios clientes de la barra ladeaba la cabeza para apreciar mejor el culo de su amiga y como ésta se dirigía hacia un rincón siguiendo las indicaciones del camarero. Allí, cómodamente aposentados en sendos sofás, se hallaba un grupito de cuatro o cinco hombres enfrascados en una, al parecer, estimulante charla aunque la interrumpieron en cuanto vieron quien se acercaba. Karla se sintió un poquito desconcertada cuando, después de un breve intercambio de palabras entre ellos y Judit, se giraron todos para observarla pero enseguida se sobrepuso y les envió una sonrisa y un ligero movimiento de dedos como saludo. Luego, los hombres se levantaron para desaparecer por una de las puertas del fondo y Judit volvió a ella con la satisfacción pintada en la cara.
-Cinco minutillos y habrás aprendido algo más en esta vida.
-¡Caray que bien! me muero por las novedades.
-Jajaja, lo sé, lo sé –y tras esperar un ratito la tomó de la mano y juntas se internaron en los enigmáticos corredores del interior.
La condujo por una semi penumbra hasta uno de los extremos de un pasillo no muy largo y con los paneles laterales agujereados, básicamente al mismo nivel donde los hombres suelen tener el pene, aunque también habían algunos orificios diseminados a la altura de otras extremidades (¿o estaban destinados a seres gigantescos recontrabien armados?!). Karla empezó a reírse bajito pero la hilaridad se le cortó de golpe cuando a una voz de Judit comenzaron a emerger de la pared pollas enhiestas de diferentes tamaños y grosores. Seis en total (debía haberse añadido alguno de los de la barra) y todas con su capuchita correspondiente, por supuesto.
-¡Oh, buenísimo, qué festival! ¿No esperarás que me las coma todas yo, no?
-Haz lo que gustes, son para ti. Puedes usarlas por donde te de la gana.
-Me gusta compartir. Pero ¿sabes lo que me apetece primero, antes de abismarme en la vorágine del placer?
-Vaya, cuanta retórica! Qué?
Karla bajó la voz para que solo Judit la pudiera escuchar.
-Unas cuantos fotos en posiciones, eróticamente hablando, poco habituales... por ejemplo, haciendo ver que escalo por ellas, o como si estuviera tendida en un campo de flores, o crucificada... –pero por si acaso, y mientras acariciaba algunos de los rabos más cercanos, usó su tono de voz normal para decir: –No os inquietéis, prometo complaceros a todos.
Murmullos de satisfacción se dejaron oír desde el otro lado.
-Mira que llegas a ser rara, nena. Vaaale –aceptó Judit sacando su móvil –ya puedes desnudarte.
-Tu también, rica.
Tórridas melodías de fondo fueron acompañando la evolución de los obscenos y pecaminosos actos de las dos.
Al (laaargo) rato y con pasos un poquito más temblorosos de lo habitual, abandonaban el recinto.
-Bueno, hemos tenido suerte de que anduvieran éstos por aquí.
-No te quites importancia, tu sí que sabes como hacer desaparecer el malhumor.
-En realidad ha sido un cambio: malhumor por escozor.
-Jajajaja, siiiii...

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